Es muy usual ver a varias mujeres en la calle usando zapatos de tacón de la forma más natural. De hecho, no es nada sorprendente ver a un gran número de mujeres caminar "cómoda y sensualmente" con estos zapatos.
En las películas, en la televisión y en al vida diaria es normal.
Vemos no sólo a las modelos, sino hasta algunas de nuestras amigas caminar como si nada con ellos. Caminan con tanta confianza que pareciera como si trajeran pantuflas puestas.
Y digo...¿Quién se ve mal con un par de buenos zapatos de tacón?
Pero créanme o no, no es NADA sencillo empezar a caminar con zapatos así. O por lo menos no lo fue en mi experiencia.
Para aquellos que me están leyendo y que JAMÁS se han probado estos lindísimos aparatos de tortura, permítanme describírles cómo es esta experiencia:
La puesta rápida e indolora
Una vez que has encontrado los zapatos que te gustan y te enamores de su color, su textura y quizá de su altura, y después de haberte quitado tus cómodos tennis, introduces tu pie en él y ¡Oh por Dios! está ligeramente frío (por ser nuevo, claro está) y cuando tu pie llega hasta el fondo de zapato comenzarás a sentir un leve "recogimiento" ya que la forma de la mayoría de los zapatos terminan en punta, por lo cual hace una ligera presión sobre tus huesos del empeine y tus dedos.
Al fin, levantas tus piernas para vértelos puestos y lucen muy bien...¡todo está perfecto!, entonces decides ponerte de pie...
En primer lugar el peso debe ser distribuido lo más uniformemente entre el talón y la parte delantera (y carnosa) de la planta.
Al inicio sentirás que te pones derecha de repente, y que te ves forzada a ver hacia adelante (y no hacia abajo). Y una vez que logras que tus pies toquen el suelo con equilibrio, ahora...es tiempo de caminar.
Si has visto algunas películas donde haya mujeres con tacones, tendrás una idea de como hacerlo: primero el talón y luego la punta. (Es en este momento cuando oyes el famoso "taconeo" ocasionado por el tacón golpeando el suelo) pero si eres novata como yo lo fui, te costará trabajo mantener el equilibrio con el uso de tacones por la falta de apoyo en el pie y sentirás que te caes de boca.
Una vez que logras caminar con ellos, todo parece marchar bastante bien, e incluso podrías pensar que usar tacones no es tan malo, así que decides llevártelos puestos y andar por donde sea con el calzado puesto.
Pero ¡oh sorpresa! empiezas a notar que en algunas superficies del suelo te cuesta más trabajo apoyar el pie correctamente como pro ejemplo en pavimento o cemento, donde el pie tiende a realizar un mayor esfuerzo y no tiene el "agarre" adecuado. En estas superficies notarás que tus tobillos (que no tienen aún la suficiente fuerza muscular) se doblan con facilidad cada 5 minutos si no los pones firmes. Si hay adoquín, notarás que tus preciosos tacones de aguja se atoran y tus tobillos se doblan, y si pisas pasto...creerás que te hundes y tus zapatos terminarán sucios. Y a largo plazo, este tipo de superficies tienden a desgastar las tapas de los tacones y comenzarás a ver como la textura plástica de las mismas comienza a deformarse. (Si lo notas, ve a cambiarlas con tu zapatero más cercano ya que puedes resbalarte*.)
Las tapas de los tacones deben cambiarse por seguridad cada
dos meses de preferencia para no resbalarte
Pero aquí no acaba el relato...a los 40 o 50 minutos notarás que algo arde en tu pie...la parte delantera de la planta comenzará a quemarte con un dolor que no creías posible: eso es porque tu suave pielecita, acostumbrada a no estar "presionada" está sufriendo. Eso es porque no está recibiendo la oxigenación adecuada porque esta presionada todo el tiempo y porque está recibiendo la mitad del peso de tu cuerpo. Así que...no aguantas los pies.
Suponiendo que te quitas los zapatos y decides dejarlos en casa para colocarte unas cómodas y suaves pantuflas. Al día siguiente, sentirás los tobillos adoloridos, y las plantas destrozadas, rojas y despellejadas.
Señoras y señores, estas serán las primeras sensaciones que tendrán al probarse unos zapatos de tacón.
DOLOOOOOR
De hecho, mi primera experiencia al probarme unos tacones fue igual de traumatizante, ya que mi padre (y las señoritas de la zapatería) se burlaron de mi forma de caminar al probarme por primera vez en mi vida unos tacones.
Sí, me sentí como Bambi aprendiendo a caminar.
Sin embargo, años después, comprendí que el usar este tipo de zapatos tenía sus beneficios:
Pensé que me vería más alta si los traía puestos, y que por más elegantes que fueran unos botines bajos, jamás darían la misma presencia (elegancia) que unas botas con tacones.
Siempre usé botines al ras del suelo.
Así que un buen día y con el dinero de mi primer sueldo, me decidí por comprarme unas botas de tacón bajo e hice el firme propósito de aprender a usar tacones de una vez por todas.
Desde luego, no me fue nada fácil, ya que mi hueso estaba acostumbrado a estar al ras del piso, la piel de mi planta era aún demasiado sensible, y mis tobillos eran muy débiles y se doblaban con facilidad. Sin embargo, seguí intentando. Me di cuenta que si me concentraba en mis actividades el dolor sería casi imperceptible.
Pero tenía otro mi truco eficaz: usaría esas preciosas botas cada dos días para repartir el dolor y el esfuerzo.
Al inicio funcionó, ya que mi cuerpo descansaba por un día, pero algunas semanas después noté otro extraño síntoma: me comenzaron a dar dolores muy extraños en el estómago.
Eran dolores cerca del intestino, y entonces pensé que quizá serían a causa de una indigestión.
Pero resultó ser que eran ocasionados por los zapatos que estaba empezando a usar.
Por más extraño que parezca, estaba haciendo fuerza en el estómago al caminar y mi abdomen terminaba adolorido después de varias horas.
Así que decidí descansar un poco más hasta que el dolor de estómago desapareciera.
La verdad es...que el cuento no termina aquí. Mi aprendizaje aún no termina y creo que aún me falta mucha práctica para poder dominar este tipo de calzado.
Pero si algo he de decir es que si te animas a usarlos, te recomiendo empezar con botines bajos e ir repartiendo poco a poco dejando dos o tres días de descanso.
En las noches, coloca un poco de crema en las plantas de tus pies y practica andar de puntitas por 5 minutos todos los días para acostumbrar a tus tobillos y plantas a distribuir el peso de tu cuerpo correctamente y fortalecerlos. (Como hacer ejercicio)
¡Verás que poco a poco lo lograrás!
Así que...
Mucha suerte a todas las que comiencen por este camino, recuerden que quizá no seamos como Sayuri usando casi zancos, pero poco a poco aprenderemos a dominar el dolor hasta que nuestros pies se acostumbren a este paso.
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